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Mensaje por Stringere Jue Dic 17, 2015 10:57 pm

Era viernes por la noche y en casa de Rubén se gestaba un panorama prometedor. Había logrado conseguir un videojuego que llevaba tiempo buscando y planeaba estrenarlo con los amigos. Había bastante expectación al respecto, entre gameplays y reseñas en torno al videojuego.

Dentro de los invitados de honor se encontraba Alexby, Cheeto y Mangel. Cada uno contribuyo con su aporte, entre cosas para picar, refrescos y una que otra cerveza para capear la noche. Para distribuirse los turnos se formaron parejas, Cheeto con Alex y Mangel con Rubius –como es llamado por los amigos–.

– Os dejo dicho esto ahora, –Rubius entrega el segundo mando a Alexby– el équipo que pierda tendrá cumplir con un reto, vale?

– Tío, por qué siempre me pasas el segundo mando cuando hay un reto de por medio... –refunfuña Alexby–

– Es cabala nene –Rubius se sienta junto a Mangel–

– Como este malo te doy una ostia, mira que no estoy de coña, eh? –comenta Cheeto burlesco–

– Y qué reto será? – Mangel toma el primer mando–

– No lo he pensado... – Rubius enciende la consola–

– Dejemoslo al final, vale? Me urge jugar tío! – comenta Alexby risueño–

Comienza toda la introducción de la consola para luego seleccionar el juego. Ambos equipos se organizan y escogen personajes.

Las primeras cervezas comienzan a correr, todo de manera calmada. El primero en abrirla es Cheeto, luego se suma Rubius; en cuanto a Mangel y Alexby se reservan hasta terminar la partida.

Y así es como transcurre la noche, ya van mas de veinte partidas jugadas y van en un férreo empate; de la partida numero 7 que buscan el desempate, entre triunfos por medio y distracciones.

El reloj ya marcaba la 01:30 am y los únicos que quedaban en pie era Cheeto, Rubius y Mangel, siendo este ultimo el único relativamente consciente. A estas alturas ya no quedaba nada para picar como tampoco para beber, solo las 2 ultimas cervezas que se atribuyeron Cheeto y Rubius.

– Tío, creo que lo dejamos hasta aquí –bostesa Cheeto–

– Acaso me estas atribuyendo el triunfo por bockover? –sonrie Rubius–

– Que va hombre. –se pone de pie– Pospongamoslo, mira que mi compañero murio hace 5 partidas atrás –tira del brazo de Alex–

– Vale, vale –se pone de pie perdiendo el equilibrio ligeramente–

Entre Cheeto y Rubius levantan a Alex del sofá, el cual un tanto desorientado intenta incorporarse en si. Rubius los acompaña hasta el pasillo que da a la puerta y se apoya en la muralla viendo como salen por la puerta. Estuvo un par de minutos con la cabeza apoyada a la muralla y los ojos cerrados, el sueño y cansancio lo estaban consumiendo, pero no quería acostarse aun. Se irguió nuevamente y se lanzo al sofá junto a Mangel.

– Mangel, nos hechamos una partida rapida? –toma el segundo mando–

– No tío, mejor te ayudo a recoge esto, vale?

– Vamos Mangel, una sola –se apega a el–

– Y si mejor te duerme? –intenta quitarle el mando–

Rubius hace contra fuerza a Mangel y forcejean un momento.

– Vamos Rubiuh, no te pongas difícil –intenta tomar el mando–

En lo que Mangel se acerca a Rubius para volver a tomar el mando este gira su cabeza a el y se miran un par de segundos. Lentamente Rubius aproxima su cara a Mangel y lo besa de manera inesperada. Mangel sorprendido toma distancia de Rubius, el cual comienza a desvanecerse en el sofá debido al sueño que tenía. Mangel se queda unos segundos sentado ahí inmóvil mirando a Rubius.

«¿Pero qué narizeh ha sido eso?»

Comentó para si mismo sin entender el por qué, pues esto no había sido una jugarreta.

– Bien... –susurro para si mismo– Arriba tío, que tienes que irte a la cama ya –intenta tomar a Rubius pasando su brazo tras la nuca de el–

– Vale –se sujeta del hombro de Mangel–

Torpemente ambos se ponen de pie y se dirigen a la habitación de Rubius. Mangel lo sienta en la cama y este termina por caer a un lado.

– Eh, Rubiuh – toma la manta– me voy, vale? –lo tapa– Hablamo mañana.

En cuanto mangel se giro a un lado para ponerse de pie y retirarse, sintió como Rubius se movía en la cama rezongando.

– No, –le toma del brazo– quédate...

– No, es tarde y mañana tengo que hacer...

– Mangel... –tira de su manga–

Mangel suspiro exhausto, miro la cara de Rubius el cual se veía bastante afligido. Medito unos segundos y reorganizo sus horarios para mañana...

– Vale, me quedo –se sienta a la orilla de la cama– Hazme espacio

Rubius a duras penas se hace a un lado, Mangel se saca sus zapatillas y se recuesta. En cuanto Mangel se acomodo boca arriba, Rubius se aproxima a el y apoya su cabeza en su hombro, bostezando sordamente.

Mangel un tanto incomodo se queda inmóvil mirando al techo, pensando en lo que acaba de pasar. En el fondo había algo que no dejaba de resonar en su cabeza, una parte de el sentía que no había sido como la típica jugarreta de los besos, además usualmente el toma la iniciativa, ya que Rubius era algo esquivo con ello algunas veces.

Luego de unos minutos se propuso dejar de pensar en ello, se giró unos centímetros hacia Rubius y terminó entregándose al fatigante sueño que tenía.

A la mañana siguiente Rubius se despierta con todas las penas del diablo en el cuerpo. La vaga luz que entra por la rendilla de las persianas era como un láser que le atravesaba la cabeza justo en el medio. Se sentó intentando incorporarse lo mas gradual posible, antes de sentir como se remecía todo en su cabeza. Miró a su lado y Mangel se encontraba muy campante roncando a boca abierta.

– Mangel... – lo mueve– Eh, despierta...

Mangel tardó en reaccionar hasta que se despierto repentinamente, abrió los ojos exaltado y preocupado pregunto:

– Qué hora es? –se sienta bruscamente–

– No se tío, –se toca la frente– las 2 de la tarde?

– Coño que llego tarde! –exaltado– Hablamos al rato –se acerca a Rubius y lo besa, sale de la cama de un salto tomando sus zapatillas y corre a la puerta–

Rubius se queda pasmado mirando hacia el vacío con la vista dirigida a la puerta, la cual lentamente se movía hasta quedar completamente cerrada.

«¿Acaso me acaba de besar?»

Comento en su conciencia con letargo. No sabía exactamente que sentía en ese momento. No, no era incomodidad, mas bien era una suerte de inquietud, casi una contrariedad absurda de planteamientos que habían llegado a su inconsciente, los cuales no tenía intención de concebir e interpretar.

Mangel no materializo su desliz si no hasta cuando ya había cerrado la puerta. Definitivamente este desacierto le iba a costar una gran y exhaustiva explicación.

Solo había una cosa segura, ninguno de los dos estaba seguro de que acababa de pasar. Básicamente se encontraban a mano...

Link a la historia: https://www.wattpad.com/story/49594448-rubelangel
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Stringere
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